jueves, 3 de marzo de 2011

Muertos vivientes. El sindrome de Cotard.

En el año 1880, Jules Cotard describió un extrañó síndrome que sufría una de sus pacientes, Madmoiselle X. Esta mujer de 43 años afirmaba no tener cerebro, órganos, nervios o sangre: su cuerpo sólo eran piel y huesos. Estaba absolutamente convencida de que estaba muerta.

Ya se habían encontrado casos clínicos similares al de la paciente X, sin embargo no se habían descrito de manera tan detallada como lo hizo Cotard. Observó que su paciente creía firmemente que estaba muerta, y al no verse ni en el cielo ni en el infierno… comenzó a negar la existencia de Dios, de manera que Cotard acabó denominándolo como Delirio de negación.

El síndrome de Cotard presenta una sintomatología muy característica: el delirio nihilístico, que consiste en la negación de la existencia tanto del self como del exterior. Los pacientes creen que están desapareciendo, que están muriendo o que ya están muertos, con los síntomas asociados a esta situación: sensaciones vívidas (delirios) de putrefacción de los propios miembros u órganos (esto se potencia con delirios olfativos que hace que realmente huelan como se pudren), percepción de pérdida de sangre e incluso pueden llegar a darse delirios de inmortalidad (porque ya están muertos).


Existen diversos niveles, de manera que los profesionales pueden calificarlo desde síndrome parcial hasta síndrome completo. Este síndrome aparece relacionado con la depresión, aunque a veces también aparece en esquizofrénicos. Habitualmente aparece de manera repentina, sin embargo se ha apreciado que existe un periodo previo en el que destaca una ansiedad creciente que se extiende a lo largo de unas semanas. Cuando el síndrome aparece de manera aguda, el sujeto comienza a sufrir los delirios nihilistas que comienzan con la negación de la existencia del exterior y llegan a negar la propia existencia, provocando un aislamiento del mundo. En ocasiones, también se han descrito síntomas accesorios entre los que destacan la analgesia, automutilaciones, ideas suicidas y diversos tipos de delirios (como los de sentir gusanos bajo la piel). Algunos investigadores han visto en las técnicas de neuroimagen algunas lesiones inespecíficas que afectan al procesamiento visual; incluso se ha visto que con TEC (terapia electroconvulsiva) existen mejoras en todos los pacientes, al incrementar el flujo sanguíneo en algunas zonas del cerebro (corteza frontal, ganglios basales y tálamo).

Para que conozcáis y podáis entender mejor este síndrome os voy a contar un caso clínico que presentan Eduardo Castrillón y Boris Guitérrez, psiquiatras de la Universidad del Valle.

La paciente (a la que llamaremos Laura) tiene 48 y lleva siendo viuda desde los 24. Ha vivido en Colombia y en EEUU, y durante su estancia en este país sufrió varios episodios depresivos recurrentes que fueron tratados con distintos antidepresivos. Tras perder su empleo, la paciente empezó a presentar insomnio recurrente, anhedonia (incapacidad para sentir placer), ansiedad, ideas delirantes de culpa y minusvalía. Más tarde, aparecieron ideas suicidas y tras varios intentos de suicidio fallidos por falta de valor (cortes superficiales en las muñecas) aparecieron nuevos síntomas muy peculiares:

”El 20 de febrero vi que un humo me salía por la boca. Al día siguiente me miré al epejo y vi que mis ojos habían cambiado: no tenían vida. Me di cuenta de que ese humo era mi alma saliendo de mi cuerpo”

A partir de este momento, Laura comenzó a denominarse a sí misma como una muerta viviente, como una zombie y que esto era una especie de castigo divino por haber intentado acabar con su vida. Pronto la paciente empezó a sufrir alucinaciones olfativas por las que percibía un fuerte olor a podrido que emanaba su cuerpo, además afirmaba sentir un leve cosquilleo bajo la piel que interpretaba como señal de que su piel estaba corrompiéndose cada vez más rápido y que pronto empezarían a salir gusanos a traves de ella. Consciente como era de que estaba muerta, dejó de comer porque según ella ”los muertos no comen”, por lo que se produjo un drástico descenso de su peso corporal. Se realizaron distintos estudios de neuroimagen para detectar algún problema a nivel cerebral, pero todos dieron negativo… aunque no había muchos casos en el mundo y no se sabía muy bien como actuar, había que hacer algo porque el descenso de peso comenzaba a ser algo preocupante, por lo que se empezó a tratar a la paciente con distintos medicamentos antipsicóticos (flouxetina, lo conoceréis mejor por el nombre comercial: Prozac) y tras unos meses en los que no había señales de mejora… se recurrió a una herramienta terapeútica de gran eficacia: la terapia electroconvulsiva. Tras 6 sesiones, los delirios comenzaron a controlarse hasta llegar a desaparecer del todo.

Dios y el sistema límbico

Es muy dificil explicar este sentimiento( religioso-cósmico) a alguien que carezca por completo de él....
Los genios religiosos de todas las épocas se han distinguido por esta clase de sentimiento religioso, que no reconoce dogmas....En mi opinión, la función más importante del arte y de la ciencia consiste en despertar este sentimiento y mantenerlo vivo en las personas receptivas.

                                                                         Albert Einstein.

(Dios) es el mayor demócrata que existe, porque nos deja libres para elegir entre el bien y el mal. Es el mayor tirando que jamás ha existido, porque a menudo nos quita la copa de los labios y, bajo el pretexto del libre albedrío, nos deja con un margen tan completamente inadecuado que sólo conseguimos hacerle reir a nuestra costa. 
Por eso el hinduismo dice que todo es un juego de Dios( Lila), o dice que todo es ilusión(Maya).... 
Bailemos al son de su bansi ( flauta) y todo ira bien.
 Mohandas K.Ghandi

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El Hipocampo es una región del Lóbulo Temporal Medial. En realidad, resulta más adecuado hablar de Formación del Hipocampo, dando lugar a muchas otras complejas estructuras que se asocia al Hipocampo mismo. Como es el caso de la Circunvolución del Parahipocampo, la Circunvolución Dentada, la Fimbria o del Alveo.

Se trata de una zona vinculada al Sistema Límbico de enorme trascendencia en los mecanismos de Memoria, tanto que grandes Síndromes o Enfermedades conllevan alteraciones de alguna de estas regiones, como el caso de la Enfermedad de Alzheimer, el Síndrome de Korsakoff (Amnesia Fabulatoria). De hecho, nuestro nunca bien ponderado Fórnix, la Circunvolución del Cuerpo Calloso, los Tubérculos Mamilares, tantos otros accidentes que hemos ido mencionando, tienen una fuerte asociación con esta Formación. Lo mismo que con la Amígdala, denominación simple del Complejo Nuclear Amigdalino, de crucial injerencia en lo emocional. Y a su vez, todas ellas con el Sistema Límbico. Resultará bueno, no tengo dudas, retener algunos nombres y su topografía, y básicamente, sus funciones. Justamente, hablando de memoria, acudiremos aquí, una vez más al dicho atribuido a Einstein: “para qué gastar tanta memoria, si tenemos papel”. Bueno, parafraseándole, diré “para qué gastar tanta memoria si tenemos unas hermosas láminas”
Bien por debajo de la prolongación temporal del Ventrículo Lateral podemos apreciar esa forma que llamamos Hipocampo. Es un corte coronal. El manto cortical, gris, se proyecta hacia abajo, haciendo una especie de “panza”, es la Circunvolución del Parahipocampo. El famoso caso H.M., el de aquel hombre operado por una epilepsia intratable, hace muchos años atrás, cuando no se contaba con medicamentos eficaces, nos ha dejado grandes enseñanzas sobre el rol funcional de esta zona. La experimentación animal, otros casos en humanos – fortuitos, desde luego - , corroboraron los estudios neuropsicológicos de H.M. . Que dicho sea de paso, vuelven a demostrar la gran capacidad para generar conocimiento del caso único. Descripciones como las de la Angina de Pecho, la Gota o el Parkinson, para citar algunas pocas, han dejado enseñanzas magistrales, a lo largo del tiempo. Ha sido precisamente la Medicina quien hizo la punta en este recurso de la investigación: el caso único. Tan bien visto por las Ciencias Humanas. De hecho, Freud, conocía muy bien su importancia. 

Pero dejemos de lado esta digresión  metodológica. Volvamos a nuestro Caballito de Mar, de tan candorosa prosapia, casi ingenua e infantil hoy en día. En realidad, mítica bestia que iba atada al carro de Neptuno.

 

Al parecer fue Plinio, en el primer siglo de nuestra era, quien usó por primera vez el nombre. Y Julio César Arantius, que vivió en el siglo XVI, quien denominó así a la región que estudiamos ahora. Curiosamente, este hombre, que se llamaba precisamente César practicó una operación cesárea en 1578. Y Plinio, apodado “el viejo”, asevera en su obra “ Historia Natural” que el primero de los Césares nació por medio de esta operación de vía abdominal. En el siglo XVIII, otro anatomista, Winslow, propuso llamarle Cornu Arietis, es decir “cuerno de carnero”. Y tras cartón, otro hombre, de apellido Garengeot lo llamó Cornu Ammonis, en honor al dios egipcio Ammon. La Nómina Anatómica de Basilea, una organización oficial de los anatomistas, en 1895, ha mandado a llamarle Hipocampo, pretendiendo cerrar el litigio. No obstante, aun podemos leer en algunos textos que siguen llamando a la región como Asta o Cuerno de Ammon. No es para menos, se trata de un dios !!!. 
Ammon es una divinidad del antiguo Egipto. Siwa, un oasis del desierto de Libia, fue asiento del oráculo de este dios, también un híbrido, mezcla de hombre y carnero. Allí había unas aguas que destilaban vapores amoniacales, donde se practicaban la adivinaciones y curaciones. Visitado por Alejandro Magno, es posible que este se haya atribuido cierto parentesco con Ammon, dado que existen retratos escultóricos donde el gran conquistador luce cuernos adornando sus cabellos. Aníbal, el gran cartaginés, tampoco ignoró a este dios; que fue trasladado a Zeus por los griegos y a Júpiter por los romanos. Existen estatuas en regiones tan distantes como alguna en la actual Alemania que prueban su popularidad por aquellos tiempos. Freud, en el Moisés, también lo cita en su exégesis histórica en torno a la figura del fundador del pueblo judío, en ese luminoso trabajo, de enormes derivaciones para la comprensión del psiquismo humano. 
Ya sea híbrido, cornudo, dios, semidios, con poderosas facultades o mítico, nuestro Hipocampo o  Cuerno de Ammon, como quieran llamarlo, también tiene su importancia en la Psicofisiología.  Kandel, en su gigantesca obra “Principles of Neural Science”, establece el rol de la formación del Hipocampo para la Memoria Explícita. Se supone que esta se produce en una ida y vuelta  entre las cortezas asociativas uni y polimodales (frontales, parietales, temporales, occipitales) a las cortezas Parahipocámpica y Perirrinal, luego a la corteza Entorrinal y desde ella a las del Giro Dentado, a las secciones CA1 y CA2 del Hipocampo y el Subiculum. Ese pasaje, reverberante, establecería tanto las capacidades Semánticas como Episódicas. En un recorrido desde y hasta  la percepción.

Está claro que la lesión de las Amígdalas no produce alteraciones de la Memoria Explícita, si de la coloración emocional. En cambio,  H.M., a quien también  se le había extirpado la corteza parahipocámpica y el uncus, no tenía capacidad de retener la información. Tenía el lenguaje conservado, lo mismo que los procesos perceptivos y sensomotores. Su Cociente Intelectual era normal. Aldo Ferreres, en su interesante revisión “Cerebro y Memoria” nos dice que esta amnesia de H.M., llamada anterógrada, es la “dificultad o incapacidad para almacenar nueva información a partir del momento de la lesión”, configurando una “pérdida a medida”, a medida que ingresa la información se pierde. Esto contrastaba con su capacidad de conservar bastante bien los recuerdos de los eventos de su pasado, previos a la cirugía, al menos de aquellos acaecidos más allá de los últimos dos años previos a la mutilación que sufriera. 

Para H.M. el reloj se había detenido para siempre. Si bien conservaba sus aptitudes para procesar información, solo podía retenerla unos pocos minutos. Esto muestra claramente la disociación entre la Memoria a Corto Plazo (que estaba conservada) y la Memoria a Largo Plazo (que estaba alterada). H. M. podía hacer inferencias, comparaciones y evaluaciones. Pero luego las perdía irremediablemente.  Esto era evidente cuando trataba las noticias de un diario. Estas aptitudes, que tienen un sesgo cognitivo, son mejor denominadas como Memoria de Trabajo aunque se mueven en el espectro del corto término.

Nuestro Sistema Límbico, que duda cabe, guarda lo central de nuestra subjetividad: nuestra memoria, presta a reactualizarse desde su fondo mítico, que no es otro que el de las transformaciones históricas de las que ha sido capaz nuestro Yo en su eterno batallar entre los Instintos y la Cultura.